sábado, 27 de noviembre de 2010

El pie descalzo


Spiritualized. "I Didn´t Mean to Hurt You". 2001 / Andrei Tarkovsky "Solaris". 1972
(Terrorkitten)

I love you like I love the sunrise in the morning I miss you like I miss the water when I'm burning

domingo, 21 de noviembre de 2010

Pre-visto
















Jonathan Demme. "Something Wild". 1986


Al parecer nos sentimos cómodos en el ámbito de lo re-conocible. Desde épocas remotas el hombre siente la seguridad de la identificación doméstica, un confort bastante burgués que presuntamente le garantiza estabilidad vital, síquica en su acepción más refinada. Asegurarse una percepción cotidiana del tamaño de las cosas, de las formas trivializadas, de los colores transformados en empáticos por la frecuencia de su visión, de las músicas mainstream, de la literatura folletinesca, de las personas del "círculo", de los sentimientos hipotecados, nos orienta hacia un camino costumbrista refrendado, con asiduidad, por la comunidad social como el "exclusivamente correcto". Las innumerables "vueltas al orden" de las tendencias artísticas, el retorno de las prácticas más añejas (lo pictórico a modo de garante del "verdadero arte"), polvorientas, largamente consensuadas por el cliente (que siempre se reserva el uso de la razón), no son más que el epítome de los modos y maneras de un grupo social aquejado de una consciente miopía pacata.
En este contexto, los procesos vitales no siempre reaccionan conforme a la tradicional retícula planificada, es más, el quehacer rutinario puede "de-generar" en prácticas y situaciones ajenas al control social, de tal manera que lo conocido se transforma en des-conocido, extraño. Lejos de suponer una inmejorable oportunidad de crecer en experiencia, dicha mutación cortocircuita los fundamentos estamentales de los sujetos, precisamente por la falta de hábito (con mucho sarcasmo) en lo in-habitual, que viene a ser sinónimo de creatividad seductora, allá donde la tradición-traición es incapaz de progresar. El mundo "acabado" en su perfección, casado y comprometido hasta la muerte, previsible en su rutina más anestesiante, agoniza en su rigidez, incapaz de disfrutar de la voluptuosidad de lo desconocido, no reconocible.

jueves, 18 de noviembre de 2010

La doble






















Antonio D. Resurrección. S/t. Praha. 2010


Debió de tratarse de una aparición. Tendrían que haberse calificado como tales varios sucesos similares. De esa manera se produciría una constante apta para ser evaluada dentro de la sistemática de la paranoia, en la que viejos espectros de indudable calibre asoman, de imprevisto, camuflados bajo personalidades ajenas no tan distintas. Quizás tenga que ver con la ductibilidad de las impresiones y el estado irreversible de la memoria. Una mala jugada del destino repetida en los sitios más insospechados, sosias como disparos certeros que nos sorprenden sin balas de plata, estupefactos ante la empatía adictiva de la similitud, desangrados ad eternum, deseosos de que ésa sea la última vez que nos vuelvan a visitar, sin excesiva convicción.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Someone Great

















Allí estaba el señor Murphy, un poco apagado por la base rítmica, envuelto en aires de falso epílogo con la sala a rebosar (aquella misma sala "Zeleste" que nos acogió once años atrás, noche loca, tremendamente divertida) desgranando perlas pop envueltas en recipiente dance a ratos bailables, a ratos reflexivo, dejando claro que la cita y el efecto Xerox están vedados a la ausencia de talento, esa argamasa que da cuerpo y color a la verdadera creación contemporánea, escaso elixir, demasiadas veces apropiado. Por ahí cayeron la cencerronada Daft Punk is Playing at my House, la adictiva Tribulations, un tanto desfigurada, Get Innocuous, North American Scum, Dance Yrself Clean, la fiestera Drunk Girls, Movement o el "This is hardcore", ese Bowie metamorfoseado en All I Want, la ochentera I Can Change, You Wanted a Hit, Home (aaaaaaah, aaaaah, aaah)..., además de las indispensables y excelsas All my Friends y Someone Great (grande como James), echándose de menos piezas tan poco ejecutables como Great Release o Never as Tired as When I'm Walking Up. Todas fehacientes constataciones de un repertorio contundente e inigualable. Más pausa que final hasta el afterhours. We're safe, for the moment...

LCD Soundsystem. Sala RazzMatazz. Noviembre 2010. Barcelona

jueves, 4 de noviembre de 2010

Premonición






















La luz asomaba a través de un minúsculo vano, en esas horas en las que la gran ciudad, aquejada de innumerables dolencias, como un viejo monstruo moribundo, despertaba del hiato nocturno. Aquella mirada poseída de un malestar apenas evidenciado, casi teleológico, admonitorio, observaba desde la cámara oscura las miserias del vecindario, reveladas en esa posición privilegiada panóptica que dan las alturas, ampliables a una distribución reticular que rendía pleitesía a las ínfulas de perfección del Racionalismo, ultrajado entre la chatarra y la decadencia de la naturaleza asilvestrada circundante. Basura, desechos, detritus, despojos morales, humanos.
Cuerpo desnudo bajo la ducha, ajeno al severo frío de agosto, anestesiado por una visión sometida al encuadre de un añejo cristal arañado, convertido en translúcido, mientras las tuberías escupían el patético chorro entrecortado de agua purificadora. El leve vibrar del cableado eléctrico, tensión camuflada entre la vegetación y un cielo permanentemente pintado de gris, salpimentado de grandes nubes que no nos pertenecían (nos extrañaban), al igual que tampoco eran propiedad de ninguno de los que alardeaban, como letanía nacional, de autenticidad territorial. Decididamente extranjeros en una atmósfera indescriptible, a ratos traicioneramente acogedora, doméstica, salvaje. Recuerdo del aire, ese aire inefable marcado con fuego en la memoria. Aquel ir y venir de aviones que bramaban en el boceto de mañana, compitiendo con los excitados pájaros, ángeles celestiales transformados en evidencias de la fugacidad de nuestras ilusiones, mientras el vaho inundaba los ojos convirtiendo en borroso irreversible lo que un buen día fue nítido y cristalino.