Juan Luis Carrasco. S/t. 2012 |
Resultan tiempos ciertamente malos, soberanamente aburridos, para la visibilidad activa (como autor) y receptiva (como espectador) en un clima, casi generalizado, de tendencias estéticas reaccionarias decimonónicas, insostenible anemia de espacios realmente "contemporáneos" y políticas culturales (?) al servicio de la rentabilidad populista más folklórica y amiguista.
Esto resulta más sangrante cuando las nuevas vías de comunicación e interrelación están poniendo en cuestión, día a día, los vetustos y obsoletos canales de expresión y vehiculación artística, posibilitando la renovación de viejos modelos, facilitando la creación de ideas y el necesario feed-back. Una marcha imparable e incuestionable (ponerlo de relieve debe resultar tan innecesario como sonrojante) que ha desplazado el clásico zeitgeist estético hacia dominios inequívocamente más frescos y útiles, apoltronando los ejercicios de estilos clasicistas de "retorno al orden" en el ámbito del oportunismo ventajista, de lo anacrónico y la arqueología antropológica.