La pugna

Lisandro Alonso. "Jauja". 2014

Existe otra guerra. Aquella que resulta ser el paradigma de lo que no es ponderable o cuantificable, aquella que trasciende los hechos concluidos, los venideros o los que participan silenciosamente del presente continuo. Existe una contienda que pertenece a la sustancia de la acción, el consciente testimonio del proceso que aúna deseo y voluntad. La intención potencia como paraíso difícilmente abarcable. De las tierras vírgenes, el laberinto de las ínfulas redentoras, la claudicación a modo de inercia que se multiplica en la indeterminación como trofeo, el meritorio logro de diluirse en la conquista, infiltrarse en lo conquistable, el repliegue camuflaje vencido de una victoria sorda. Lo que dista de la ilusión a la concreción. Lo que dicta la determinación del corazón.

Luminaria

Alain Robbe-Grillet. "L'immortelle". 1963

La presunta des-aparición de los referentes, como decrépita imagen de restos arqueológicos, esa pugna obstinada porque la huella no deje de latir, de agotar con su presencia cualquier proyecto de re-novación. En los brazos de la memoria, esa suerte de interpretación caprichosa y aquiescente, el dulce veneno que surge de la necesidad de dar consistencia al vértigo de los despropósitos y las grandes hazañas bélicas, del impenetrable deseo metamorfoseado en un idilio asintomático, del discurrir vertiginoso de los años que convierte en compost los detritus vivenciales. Restos de contiendas acumulados en el terreno fangoso y escurridizo, paradigmas del crecimiento de bellas y exóticas flores que brillarán iridiscentes sobre la bóveda oscura del recorrido.