miércoles, 10 de junio de 2009

Impotencia















Gus Van Sant. "Elephant". 2002


La actual pasividad del individuo contemporáneo sólo conduce a una extinción anunciada. Esa particular visión existencialista, de sesgo doméstico, inconsciente, es el maléfico motor de las tragedias cotidianas que tanto asombran a quienes se dejan asombrar, por encontrarse en las antípodas del "ser en el mundo".
Hemos abandonado el ámbito de la ética fundamental (alejada, sin lugar a dudas, de cualquier proclama eclesiástica) y de los sentimientos positivos, pretendiendo en una demencia sorda ser "maduros", "desarrollados" y "libres", cuando en realidad nos acerca, en demasía, a la dimensión brutal del entorno animal instintivo.
El mundo me demanda con demasiada frecuencia, comprensión, atención, cariño... y uno ya no sabe de dónde sacar energías (bastante tengo con aguantarme) para extender la mano, escuchar, dar abrigo, pretender "salvar" a tanta gente de ese gran transatlántico semi-sumergido llamado "civilización". No existe peor cadena que la de la in-sensibilidad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

en tu calle, cuando amanece suenan un montón de pájaros cantando, a veces hay tantos que casi no te dejan dormir, parece que están de fiesta. La luz que entra por la ventana te roza suavemente los tobillos, es temprano, te rodean pequeñas caricias-regalo gratuitas, en tu cama, en tu casa. Ahora abre los ojos. Y sal. Kilometrica

Rapunzel dijo...

Yo ya no sé (ni quiero saber) en qué mundo vivo