martes, 3 de agosto de 2010

AD Principium























La ética no se puede demandar, exclusivamente, a los demás. Debemos asumir la res-ponsabilidad de un compromiso que nos aleje de la vulgaridad de lo que nos rodea. Es legítima y necesaria la aspiración a perfeccionar nuestro sistema de valores. Lo demás concierne a la complicidad de los hábitos espúreos, tan sólidamente frecuentados. Clase A.

2 comentarios:

María Jiménez Aguilar dijo...

Al final, siempre la dicotomía ética-estética. Un magnífico libro que acabo de disfrutar: "La variedad del mundo" (Varios ensayos interpretativos sobre Estética), de Ignacio Gómez de Liaño. Puro disfrute, en Siruela.
Un beso enorme.

Antonio D. Resurrección dijo...

Tomo nota de la recomendación. Un verdadero placer tenerla entre nosotros, gran dama cordobesa. Besos.