lunes, 11 de octubre de 2010

Periplo

















Antonio D. Resurrección. "La vuelta de Ulises". Serie interferencias. Fotografía. 100 x 70 cm. 1999


Se podría adivinar un futuro totalmente consensuado, concretado desde la asunción de la certeza más absoluta en tiempos de cólera. Cabría la posibilidad de respirar hasta el infinito, el pecho henchido de orgullo y determinación, desde el convencimiento de no actuar conforme a una respuesta, a los efectos perniciosos que contaminan nuestras vidas, infiltrados bajo el señuelo del afecto y el bien personal (el que creen ofrecernos las vendedoras de romero). La menos adecuada opción de las posibles, la más común de todas, acción y efecto, y, así, el sujeto termina siendo víctima de su propia trampa, arrastrado por el devenir de los acontecimientos, totalmente plegado a un ritmo ajeno y enajenante.
Cabría pensar que no se debe actuar conforme a una respuesta, equiparable a ese abominable hábito de "dejarse llevar", no conceder a la locura más espacio que el suyo propio. Correr más rápido sin mirar hacia atrás.
Esas sirenas de la isla de Lemnos (donde habitó el "feo" Gainsbourg que consiguió casarse con la más bella de las diosas: fuego camina conmigo) desatan nuestras cuerdas y liberan una conciencia mermada por el rencor y el deseo, a la espera de la Resurrección del sistema operativo, capaz de prescindir y de abrirse, a la vez, hacia nuevos horizontes, sin descanso alguno. El ejército sorprendido en su vanguardia por el manto blanco invernal, con las articulaciones hundidas en un mar de hielo, camina lento pero vehemente, con la fuerza que otorga la voluntad, no prestada, que emana de uno mismo, una luz imperecedera.

4 comentarios:

María Jiménez Aguilar dijo...

Todo un canto de esperanza. Qué bien lo has expresado: nada que envidiarle al mejor Gardel, en su "Volver". El volver, tras el combate, con una vida renovada, a pesar del invierno en el mar de hielo que nos rodea, desnudo de prejuicios, de ilusiones vanas, dispuestos a aspirar ese soplo de la vida, hasta sus últimas consecuencias...

Antonio D. Resurrección dijo...

Cuando las ínfulas impracticables se dejan de lado es el verdadero momento para encarar la inmensa fortuna de la conciencia en una mano y de lo posible en la otra.

Recomendación: Libertango. Astor Piazzolla

Besos

Errabundo dijo...

Vale, pero dedica un momento a mirar un poco de pintura:

http://otracosainquieta.blogspot.com

Antonio D. Resurrección dijo...

Como el joven Velázquez, a veces pienso en lo "desaprovechado" que está el inmenso caudal intelectual e investigador de mi buen amigo JPS, a pesar de ser conscientemente alegre de su completa felicidad, en los márgenes de la modesta discreción.