Dino Risi. "Il sorpasso". 1962 |
El verdadero sorpasso no se circunscribe a la competición, de competencia, entre uno y otro partido. El verdadero sorpasso reside en la modificación de actitud del ciudadano, ése acostumbrado a convivir en la falacia (el detritus diario con el que se ha procurado un cálido e hipócrita nido indolente), por la apuesta, el riesgo de la posibilidad de un cambio que dignifique nuestras vidas y las de los más desfavorecidos. Tal adelantamiento implica dejar de mirar a otra parte, implica abandonar ese pánico, tan burgués, a la novedad, el terror a soslayar el miserable statu quo cotidiano.
De ahí el inefable miedo que absorbe todo lo que de dignidad pueda poseer una persona porque ¿qué queda de nosotros cuando el conformismo aturde al conocimiento y damos por cierta la impostura de una realidad bochornosa? En definitiva, ¿qué queda de nosotros, de nuestro orgullo como individuos, cuando claudicamos ante la posibilidad de aspirar a un futuro distinto?