Christophe Honoré. “Chambre 212”. 2019
“… Everybody knows that you love me baby
Everybody knows that you really do
Everybody knows that you've been faithful
Oh, give or take a night or two
Everybody knows you've been discreet
But there were so many people you just had to meet
Without your clothes
Everybody knows…”
Siempre se ha tratado de una contienda en diferido, una pugna por determinar qué energía animal dispone de más fuerza. En ese enfrentamiento pierden todos, unos más que otros.
A la decepción, la humillación, el desafecto, se le une la sensación inenarrable de haber malgastado el tiempo clamorosamente, de haber evidenciado la sensación de estafa sobre una condición de discapacitación. Por ello, cualquier esfuerzo encaminado a frenar la sangría, a publicitar y manifestar la fuerza de la identidad y la convicción, de la valentía y el arrojo frente al desatino arbitrario siempre será un atenuante frente a aquel desengaño infame de largo recorrido y efectos inabarcables.
“… Everybody knows that you love me baby
Everybody knows that you really do
Everybody knows that you've been faithful
Oh, give or take a night or two
Everybody knows you've been discreet
But there were so many people you just had to meet
Without your clothes
Everybody knows…”
Siempre se ha tratado de una contienda en diferido, una pugna por determinar qué energía animal dispone de más fuerza. En ese enfrentamiento pierden todos, unos más que otros.
A la decepción, la humillación, el desafecto, se le une la sensación inenarrable de haber malgastado el tiempo clamorosamente, de haber evidenciado la sensación de estafa sobre una condición de discapacitación. Por ello, cualquier esfuerzo encaminado a frenar la sangría, a publicitar y manifestar la fuerza de la identidad y la convicción, de la valentía y el arrojo frente al desatino arbitrario siempre será un atenuante frente a aquel desengaño infame de largo recorrido y efectos inabarcables.
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