viernes, 5 de enero de 2024

Residua

 
John Palmer/David Weisman. “Ciao! Manhattan”. 1972

“… You choose to show when you know
No one's watching how you spread
Empty scum, forget their name
Nothing scratches off your blame…”

Era una persona muerta, estaba muerta. De hecho llevaba años emitiendo un indescriptible olor a podredumbre moral, a una infamia icebérica descomunal que le incapacitaba para una corpórea presencia física, en las antípodas de cualquier ínfula de misticismo supranatural.
La personificación en espacios metropolitanos sólo confirmaba su carácter espectral zombie sonriendo a la nada, la anemia de un horizonte nítido y racional que devolviera algún hálito vital a un cuerpo defenestrado por su propia enajenación, transparente, inocuo, insípido. Aquellas espontáneas apariciones eran el testimonio de su condición inmaterial residua, de su no-pertenencia a este mundo, de su extinta capacidad para la pulsación. Los efectos de una ignominia prolongada en el tiempo que refrendaba su eterno purgatorio.

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