sábado, 4 de abril de 2009

Cuatro cosas bien dichas

Frank Perry. "The Swimmer". 1968

Uno. Una imagen que se repite, admonitoria voz, a golpes de patadas con los minibloques de hormigón albero...la relatividad de casi todo en un contexto determinado, como una piscina cubierta de restos que no dejan ver el fondo, para luego reírnos a mandíbula batiente, de aquello que nos causó tanta congoja, poniendo en evidencia la coyuntural rítmica del corazón, oculta tras una mal disimulada, caprichosa y egoísta actitud de niño mimado...

Dos. O cuando atropelladas conclusiones son desmentidas en no menos aleatorios acontecimientos. Es, en el fondo, un estado de frustración indescriptible, al contemplar cómo nuestras presuntas lúcidas cábalas han terminado defenestradas por variables no menos im-predecibles.

Tres. La costumbre del ser intuitivo, reflexivo lo vuelve vulnerable ante el imprevisto que ningunea su experiencia. Lo opuesto realimenta el orgullo, engordando un background sediento de novedades, y de qué manera.

Cuatro. Alcanzar la perfección, como la felicidad, no es otra cosa que ir ocultando los fracasos tras una estela de indiferencia asumida, sobredimensionando las guerras ganadas a fuerza de vehemente respiración.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Soñé con un haiku y con un seppuku.
Imaginé dos números primos idénticos.
Viví un presente continuo...
(real gone)

Javier Cropp dijo...

"A golpes de patadas con los minibloques de hormigón..."

Este es el chico desquiciado del carril de La Alameda, delgado y macilento perfil de oscura indumentaria.
Abatido por el desaliento, embite y zamarrea con ahínco los bloques inocentes que entreveran su camino.
Magullados los pies y desprovisto de esperanza, abandona la insensata arremetida y empachado del último sorbo retorna ebrio a su inhóspito refugio.

-Antoñito, hijo, noledés más patadas a los postes, quetevásacer putita en los deítos!