lunes, 10 de enero de 2011

El rayo
















Françoise Truffaut. "Domicile conjugal". 1970


El enamoramiento conlleva grandes dosis de estupidez y temeridad. Al parecer, resulta difícil sustraerse a semejante insensatez con fecha de caducidad más que verificada, locura agónica a modo de noche desprovista de límites, donde la luz de la mañana acaba por dibujar, con precisión insólita, los grandes claroscuros existentes, como simas abisales, entre los aspirantes. El contorno inalterable de la unidad.
Al parecer (no se disponen de datos suficientemente contrastados) hay cierto tipo de vínculos que derivan en incombustibles y cuando el tiempo pasa, aquella pasión se transforma en esplendor cotidiano, doméstico, luz imperecedera. Siempre a la búsqueda del rayo mortal que nos insufle energía sobrenatural o termine por partirnos en dos. A ti y a mí.

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