Marcel Duchamp. "Étant donnés". 1946-66.
Desde las puertas del cielo, allá en lo alto, se pueden divisar territorios casi olvidados por la pátina del resentimiento. Un selvático promontorio, remanso de paz para las almas erosionadas en la permanente circularidad de los acontecimientos. Trayectorias que, lejos de invitar al acomodaticio uso del conformismo, reduplican esa energía fuertemente mermada por el necesario recurso del aprendizaje afectivo. La vehemencia y la fe, paradigmas de la grandeza del ser humano.
Si como se dijera, la verdad tiene estructura de ficción, los mejores actores, aquellos dotados de la fuerza incombustible de los vientos, quedan abocados a protagonizar la mejor historia posible, la de un amor verdadero.
miércoles, 18 de enero de 2012
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