Michelangelo Antonioni. "La notte". 1961 |
Se trata de la famosa pantalla-tamiz ennegrecida por un irrefrenable moho expansivo, el truculento comienzo de la fatalidad.
Del silencioso runrún que marca pausadamente el inexorable destino del desarreglo, la sobreproducción de empatía como síntoma patológico de una desesperada necesidad de proximidad auto-afirmativa, triste llamada de socorro de un organismo moribundo sobre su propia parcela de desatinos y temeridades, en el interior de un funcionamiento descompensado. El porte desairado de aquella planta en pleno proceso de desaparición, de disolución definitiva en la previsible vulgaridad de lo común.
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