Michelangelo Antonioni. “Il deserto rosso”. 1964
“… I'm a stranger here, I'm a stranger here
You can tell from my tie and the fear in my eye
I'm a stranger here
I'm a stowaway from the olden days
And I'll play you a song from the place I come from
If you like, if you like
If you like…”
La mayor soledad no es la que experimenta un individuo en su aislamiento, la soledad más tóxica se experimenta en compañía, en la falsa y especular compañía, esa inconsciencia egoísta y hermética que no filtra nada ni aporta nutrientes a la experiencia vital. Tierra baldía, estéril, frígida en la que se ausenta lo próspero, sin posibilidad alguna de reactivación enriquecedora.
La (verdadera) soledad era eso: el grano, la duna, los lette… un desierto en plena expansión. Soledad convertida en estatua de sal.
“… I'm a stranger here, I'm a stranger here
You can tell from my tie and the fear in my eye
I'm a stranger here
I'm a stowaway from the olden days
And I'll play you a song from the place I come from
If you like, if you like
If you like…”
La mayor soledad no es la que experimenta un individuo en su aislamiento, la soledad más tóxica se experimenta en compañía, en la falsa y especular compañía, esa inconsciencia egoísta y hermética que no filtra nada ni aporta nutrientes a la experiencia vital. Tierra baldía, estéril, frígida en la que se ausenta lo próspero, sin posibilidad alguna de reactivación enriquecedora.
La (verdadera) soledad era eso: el grano, la duna, los lette… un desierto en plena expansión. Soledad convertida en estatua de sal.
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