Andy Warhol. “Screen Test: Nico”. 1965
“… Every brother is a star
Every sister is a star
Every brother is a star
Every sister is a star…”
El endiosamiento dócil y acelerado de la super-star trendy-guay
¿Es verosímil creer en algo a todas luces forzado, evidentemente mistificado?
Esa supuesta rebeldía alternativa, bastante licuada, aderezada de un misticismo like-a-prayer de saldo muy manido, complementada con una pretendida empatía social, una mundanalidad ventajosa pero sin voluntaria efectividad realpolitik cuando se demanda (“Yo sólo soy una artista”, que dijo Melody), no es más que el enésimo ejemplo de cliché irreverente y “progresista” de falsa modernidad feminista (constructo del grupo PRISA) que sólo sorprende a quienes quedan dóciles a la previsible pantomima capitalista.
No es que el personaje convenientemente pergeñado abduzca al músico, es que el turbo-capitalismo convierte con suma facilidad cualquier propuesta artística en un instrumento de alienación colectiva ( a la música se le viene dando muy bien este rol), un calculado adormecimiento de masas en el que el artista participa plenamente consciente de sus efectos y procederes, sabedor de que las ventajas económicas superan los denostados principios éticos, a veces con la coartada de que se lucha contra el capitalismo “dentro” de él. La post-modernidad mal digerida.
En líneas generales, un sobre-dimensionamiento mercado-técnico sobre la música, la propuesta artística, que queda relegada a un segundo plano y en la que los medios de comunicación toman partido alevoso de semejante orquestación mercantil, dado que todos sacan pingües beneficios de semejante infección, tan subyugante para una masa que lo mismo se compra un iPhone 17, que se deja mullet choni y bigotito, que se destroza los brazos con ornamentos berretas, que adora el último grito musical sin apenas cribado y auto-convencimiento, sin más convicción que seguir a los demás en turba callejera consumista finisecular, en una suerte de movimiento en falso de individualismo colectivizado, enquistado en aquella cadena fordista de Jesús y María, la del prócer Adam Smith.
Esta suerte consuetudinaria de capitalismo progresista resulta un oxí-Moron de cifras incalculables en nuestros días, en el que el único progreso verificable es su expansión desbordada. It’s just a kiss away, it’s just a kiss away.
“… Every brother is a star
Every sister is a star
Every brother is a star
Every sister is a star…”
El endiosamiento dócil y acelerado de la super-star trendy-guay
¿Es verosímil creer en algo a todas luces forzado, evidentemente mistificado?
Esa supuesta rebeldía alternativa, bastante licuada, aderezada de un misticismo like-a-prayer de saldo muy manido, complementada con una pretendida empatía social, una mundanalidad ventajosa pero sin voluntaria efectividad realpolitik cuando se demanda (“Yo sólo soy una artista”, que dijo Melody), no es más que el enésimo ejemplo de cliché irreverente y “progresista” de falsa modernidad feminista (constructo del grupo PRISA) que sólo sorprende a quienes quedan dóciles a la previsible pantomima capitalista.
No es que el personaje convenientemente pergeñado abduzca al músico, es que el turbo-capitalismo convierte con suma facilidad cualquier propuesta artística en un instrumento de alienación colectiva ( a la música se le viene dando muy bien este rol), un calculado adormecimiento de masas en el que el artista participa plenamente consciente de sus efectos y procederes, sabedor de que las ventajas económicas superan los denostados principios éticos, a veces con la coartada de que se lucha contra el capitalismo “dentro” de él. La post-modernidad mal digerida.
En líneas generales, un sobre-dimensionamiento mercado-técnico sobre la música, la propuesta artística, que queda relegada a un segundo plano y en la que los medios de comunicación toman partido alevoso de semejante orquestación mercantil, dado que todos sacan pingües beneficios de semejante infección, tan subyugante para una masa que lo mismo se compra un iPhone 17, que se deja mullet choni y bigotito, que se destroza los brazos con ornamentos berretas, que adora el último grito musical sin apenas cribado y auto-convencimiento, sin más convicción que seguir a los demás en turba callejera consumista finisecular, en una suerte de movimiento en falso de individualismo colectivizado, enquistado en aquella cadena fordista de Jesús y María, la del prócer Adam Smith.
Esta suerte consuetudinaria de capitalismo progresista resulta un oxí-Moron de cifras incalculables en nuestros días, en el que el único progreso verificable es su expansión desbordada. It’s just a kiss away, it’s just a kiss away.
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