En la más que palpable constatación de la desintegración (o transformación) de los tradicionales recursos culturales... cabría añadir al mismo hombre quien también pierde terreno en su propia fisicalidad para convertirse en algo meramente aparente...
Y si ya teníamos problemas ontológicos con el rol que el ser humano representa, como animal grupal, en las sociedades presuntamente "desarrolladas", el terreno de lo intangible no parece ser un "gadget" de fácil disponibilidad que proporcione soluciones "reales", por más banda ancha que se nos suministre...
Quizás sólo estemos observando la pura materialidad del medio y se nos escape su verdadera potencialidad, o quizás sólo se estén utilizando los recursos más pueriles.
Como quiera que sea, estamos abocados a navegar por identidades con contraseña, firmas sin tinta, orquestaciones convertidas en la mitad de lo que fueron, píxeles por letras, mails y sms por caricias y besos... una subversión de lo real que en ese mismo proceso de conversión pierde valiosos datos enriquecedores del tradicional trato. Esta entropía del sistema relacional provoca la ausencia de numerosos factores que hacían de la apasionante experiencia social un lugar, casi sacro, a salvo de las contingencias de la vida.
Se imponen pues, nuevos paradigmas de aprehensión de lo real, de la cultura y del sistema social que nos obligan a reinterpretarnos y reinterpretar lo que nos rodea, si no queremos excluirnos de la trayectoria que nuestra misma sociedad está asumiendo, ha asumido casi sin masticar.
