jueves, 30 de diciembre de 2010

La misma melodía













Michael Winterbottom. "Nine Songs". 2004


Las líneas paralelas parecen pretender encontrarse en el infinito, pero para ello han de ser franqueadas las limitaciones del falso entendimiento (embrutecimiento, incultura, sordera, tozudez), la necedad de la falta de compromiso real y ético, de principios, la ausencia de profesionalidad e improvisación. Han de sacrificarse, incluso, ciertas cotas individuales en beneficio de una dimensión vivencial conjunta, la apertura del conocimiento a nuevos conocimientos, alimentación efectiva del otro por el otro: nadie más aislado, obtuso que quien prescinde alevosamente de la formada opinión más próxima.
Se suele argumentar que el amor es el medio que puede hacer converger aquellas líneas, acaso por un tiempo limitado, transmutar lo simple en múltiple, reduplicar la capacidad energética de los individuos, siempre y cuando se confirme como verosímil, en un empeño mutuo dotado de la fuerza indiscutible de los vientos. Las líneas paralelas aseguran encontrarse en el infinito, hasta el momento en un punto impropio, impropio de quienes no merecen disfrutar de ese privilegio marcado por el dudoso áura de lo quimérico.

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