sábado, 4 de diciembre de 2010

Orpheus



David Sylvian. "Sleepwalkers". 2010

Muy de vez en cuando, la providencia suele obsequiarnos con re-alimentaciones de nuestra autoestima latente. El hecho de una admiración coyuntural, improvisada, genera cierta sustancia energética, decididamente melancólica, que desestabiliza esa rutina del itinerario doméstico. Recordar la singularidad propia nos (de)vuelve a hacer fuertes, a la vez que terriblemente aislados: la idea de reconocernos extra-ordinarios y de que exista público con aspiraciones por encima de lo trivial, digno de ser apreciado. Un reconocimiento especular en el otro que, paradójicamente, a modo de boomerang, lo revaloriza.

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