lunes, 18 de julio de 2011

En guardia

















Stanley Kubrick. "Paths of Glory". 1957


Hay una guerra no declarada, entre dos miembros desmembrados y cuanto más cercano el acercamiento, más cruenta se resuelve... Hay una guerra entre dos mundos, el de amplias líneas rectas, espacios ortogonales y el de las sinuosas derivaciones selváticas, arcos sin cuerdas, impredecibles en el marasmo de tangencias curvilíneas... Hay una guerra implícita, entre la amistad pusilánime, falsa y oportunista y la que se combustiona en beneficio del otro... Hay una guerra entre dos mundos enfrentados desde un estigma atávico... Hay una guerra mucho peor que las fratricidas, en la que los sentimientos acaban degenerando en una espiral de re-sentimientos... Hay una guerra imposible de apaciguar, resolver, determinar, porque la in-determinación (intencionada, alevosa) es co-substancial a esa relación... Hay una guerra en la que todos participamos y pocos se atreven a denunciar... Hay una guerra que supera cualquier contienda soñada, porque resulta ser el antecedente de todas ellas, enarbolando la bandera de la condición (mal llamada) humana, más allá de la batalla de los sexos... Hay una guerra atrincherada en la más vil de las corrupciones, la de la moral individual (exclusivamente nuestra: mí-a, tu-ya) de la que cada uno es responsable y nadie más... Hay una guerra mil veces vivida y mil veces obliterada... Hay una guerra sin visos de final, por eso estamos en permanente estado de excepción, porque somos excepcionalmente, indivi-duales: ellas y ellos, ellos y ellas.

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