lunes, 11 de julio de 2011
Las deudas
Alan Sparhawk (Photo: Julio Iglesias)
Y terminan cediendo las cosas, a fuerza de forzarlas, y llegamos a un punto de no retorno en el que no es posible avanzar, mucho menos retroceder. Deriva emocional fuertemente ligada a una deriva geográfica, reduplicada en un monstruo inasible, gestada en el estío insoportable de altos hornos. Un traslado a regañadientes, queriendo escapar de esa fuerza centrífuga de lo familiar, lo cotidiano transformado en pesadilla doméstica. Ese presunto alter ego, concomitante en todo y en nada, en lo que realmente se quiera dar por válido porque todo lo maquinamos a partir de una falsificación de nuestro pensamiento. ¿Se puede amar de verdad en cualquier caso?. Alan desgranando su particular imaginario, más allá de la acogedora casa regentada por Mimi. La vía de escape ejemplar que algunos tomamos al pie de la letra, hasta tal punto que terminamos negándole a la libertad la posibilidad de futuro. Un futuro cada vez más miope, parco y resentido. Un mal desplazamiento, otra zancadilla, otro palo en la rueda. Tejados repletos de piedras. Apenas habiendo recuperado la capacidad respiratoria, en esa tan saludable línea de recorte costera, de mares infinitos y multitudes distendidas. ¿Dónde queda la música cuando el corazón está en "otra parte"?. Movimientos en falso que terminan por anular el concepto de error en un contexto desprovisto de contraste. La memoria reduciendo al presente en la misma incertidumbre carente de temporalidad. Nunca sueño y realidad estuvieron tan parejos. Durmiendo la vida, felices sueños.
Retribution Gospel Choir. Sala Malandar. Julio 2011. Sevilla
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2 comentarios:
La espiral que te lleva de vuelta... pero no necesariamente al mismo punto.
Se sueltan amarras y aparecen otras, quizás de mejores puertos.
Pero estos nunca se encuentran en sueños, deja que la música te despierte.
A veces oigo voces (distantes). Quizás sólo espejismos. Los puertos, el puerto.
"In Dreams Begin responsibilities". El perfecto puente entre un mundo y otro orquestado por la B.S.O. cotidiana.
Un letargo que ya se prolonga demasiado en el tiempo.
A ver si consiguen darme un beso que deshaga el hechizo.
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