Mia Hansen-Løve. “L’avenir”. 2016
“… True love leaves no traces
If you and I are one
It's lost in our embraces
Like stars against the sun…”
“… So I'm living inside my mind
I keep retracing that storyline
Thinking, if I start again
I can change the way it ends…”
“I Grow Tired But Dare Not Fall Asleep”
Ella solía susurrar (whish-pering) al oído como un mantra: “amor para siempre” (como aquel “amor verdadero” que balbucía en plena resurrección Wesley, el príncipe imposible), que podría ser valorado, re-interpretado a modo de un recuerdo bonito (y no tan bonito) de algo que sucumbió al hilo del tiempo…
Esos objetos inútiles, fatales estorbos que son los sentimientos.
Es obvio que reviviendo, resucitando (y sabemos bastante de eso) viejas felicidades aflorarán viejas miserias. La misma rutina no es buena para el espíritu aunque el futuro se construye con los vestigios, las columnas de roble que sobrevivieron al incendio, a los sucesivos incendios.
“… True love leaves no traces
If you and I are one
It's lost in our embraces
Like stars against the sun…”
“… So I'm living inside my mind
I keep retracing that storyline
Thinking, if I start again
I can change the way it ends…”
“I Grow Tired But Dare Not Fall Asleep”
Ella solía susurrar (whish-pering) al oído como un mantra: “amor para siempre” (como aquel “amor verdadero” que balbucía en plena resurrección Wesley, el príncipe imposible), que podría ser valorado, re-interpretado a modo de un recuerdo bonito (y no tan bonito) de algo que sucumbió al hilo del tiempo…
Esos objetos inútiles, fatales estorbos que son los sentimientos.
Es obvio que reviviendo, resucitando (y sabemos bastante de eso) viejas felicidades aflorarán viejas miserias. La misma rutina no es buena para el espíritu aunque el futuro se construye con los vestigios, las columnas de roble que sobrevivieron al incendio, a los sucesivos incendios.