François Truffaut. “L’homme qui aimait les femmes”. 1977
“… And the air is humid and my face is wet
And the driver's much too drunk too see
But she's sitting in my place
Devastating beauty in my place
And I'm absent from the place I ought to be…”
Como si el tiempo fuera infinito postergamos las grandes decisiones alevosamente hasta semi-olvidar, extraviar el verdadero motivo trascendental de la propia existencia. Y en ese premeditado y apretado despiste se escurre la vida alimentando nuestro gran infortunio. Los afectos, la memoria suspendidos in albis, enlentecidos, arrojados a las ruedas del inmarcesible sundial, sumidos en el envilecimiento contaminante del recuerdo en standby de lo excepcional. El vano intento por des-mesmerizar un insólito spellbound.
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