domingo, 19 de junio de 2022

Desaire, desire

 
Édouard Niermans. “Poussière d'ange”. 1987

“… I’ve waited
Michael blow your horn
Under ever stone
Lovers sleep alone
Alone
Alone
Lovers sleep alone
Alone
Alone…”

“… Pay my debts away, pay my debts
Pay my debts away
Pay my debts away, pay my debts
Pay my debts away…”

Es falso que el tiempo ponga las cosas en su sitio y recompense o damnifique a quien lo mereciere. Se trata de una superchería que pretende aliviar a todos aquellos perjudicados por la ignominia, la sinrazón, las injusticias o simplemente los propios errores. Ni San Martines, ni compensaciones, salvo en el caso de pertenencia a ese reducido y vetusto colectivo dotado de ética (principios transmutados en remordimientos y culpa), o salvo las que otorga la casuística mediante lo que convenimos en calificar retóricamente como “justicia poética”.
No existen ni existirán paliativos que enmienden la historia. El pasado queda rebobinado en una amalgama de lamentables episodios que vuelven con recurrencia, en permanente gif, sin margen para el desagravio ni enmiendas a la totalidad. Si cometer errores puede ser considerado un pecado venial, humano, equivocarse resulta un fallo inapelable, traumático, irreversible. See you in the aftermath…

There is nothing more valuable than love, true love
. Aquellas oportunidades perdidas, como los sueños no conclusos son el estigma perpetuo de quienes no tomaron la grave responsabilidad de los hechos, no se atrevieron entonces a cantar con valentía su propia canción (o hacer suyas buenas y sensatas composiciones duales con otros) y quienes, probablemente, sigan no atreviéndose.
Resulta indispensable que la historia, o las historias, no sean reversibles. Es un modo fehaciente de evitar el pernicioso “dejarse llevar, dejar de pensar”, de obligarse a tomar muy en serio la causa vital.

Even when I make a mistake, mistake, mistake,
It's much better than that…

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