Jean-François Adam. “Retour à la bien-aimée”. 1979
"Is that all there is to a fire?"
Is that all there is?
Is that all there is?
If that's all there is, my friends, then let's keep dancing
Let's break out the booze and have a ball
Desde la certidumbre enquistada en las profundidades de la sique se desarrollan las escenas, a modo de flashes intermitentes de un impronta lumínica de extraña verosimilitud, como invertida, dislocada desde algún punto de vista. El regusto onírico desagradable de un olor reconocible, un humor vital incorregible, de unas maneras sintetizadas por referencias que trascienden el tiempo pretérito para reafirmar con contundencia su inevitable desenlace. Al placentero declive fatalista y efectos colaterales de vigorosa actualidad. Aquella deleznable cercanía tan familiar como infame del percepto.
"Is that all there is to a fire?"
Is that all there is?
Is that all there is?
If that's all there is, my friends, then let's keep dancing
Let's break out the booze and have a ball
Desde la certidumbre enquistada en las profundidades de la sique se desarrollan las escenas, a modo de flashes intermitentes de un impronta lumínica de extraña verosimilitud, como invertida, dislocada desde algún punto de vista. El regusto onírico desagradable de un olor reconocible, un humor vital incorregible, de unas maneras sintetizadas por referencias que trascienden el tiempo pretérito para reafirmar con contundencia su inevitable desenlace. Al placentero declive fatalista y efectos colaterales de vigorosa actualidad. Aquella deleznable cercanía tan familiar como infame del percepto.
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