martes, 10 de marzo de 2009

Los malditos




Uno no puede traicionarse a sí mismo y parece resultar tan fácil para demasiada gente... como hacer una obra artística comercial, repetir la fórmula que se sabe exitosa, como mirar hacia otro lado cuando lo que vemos es desagradable, perturbador, como mentir para escapar de la realidad (nuestra realidad), como no tener la valentía de arriesgarse, porque es confortable vivir en la mediocridad de lo mal conocido, porque tampoco somos capaces de rectificar a pesar de haber jodido nuestras vidas, porque es incluso peor cambiar por mero espasmo capitalista, porque siempre será "el otro" el causante de nuestras angustias, porque es muy fácil "dejarse llevar", porque es cómodo criticarlo todo sentado en el sofá manejando el mando (nada tan paradójico), porque nunca terminaremos de aceptar nuestras limitaciones, porque resulta ciclópeo y harto doloroso ver tantas cosas que los demás apenas vislumbran: una perpetua condena, un privilegio de los que intentamos sudar la vida. Nada heroico, quizás distinto, inevitable.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que dramon!, que embrollo!,que inutilidad!que desmedida es la reaccion de los que viven con miedo,incomodos,que no saben vivir solos,porque han dejado de creer pero no de necesitar.Que inportancia se le pueden dar a las palabras incapaces de ofrecer una verdad completa,una dimension completa de una vida en constante evolucion,que suficiencia la del hombre incapaz de descifrar el corazon de otro hombre para asi relamerse como un gato que se ha comido al ratón.Que estupido tener la razón cuando eso es algo que tiene todo el mundo.Que comodo es aceptar la imposibilidad de cambio.
La enfermedad deshumaniza a las personas,las convierte en mounstruos retro alimentados,que no saben leer en los demas,creer en los demas.
Por otro lado,que poco interesante resulta ahora viajar con un hombre muerto cuando era tan emocionante arriesgar con un desconocido, que agradable para el alma deshacerse de los malos-entendidos.