martes, 5 de mayo de 2009

Oxígeno




















Dreijer Andersson. Fever Ray


Es la primera vez en muchos años que siento miedo, un miedo atávico, indescriptible...sumergido en aguas profundas y gélidas, apenas iluminado por el pálido reflejo lunar que muestra su cara más amable, reverso de lo ignoto, morboso...
Me hundo levemente, poco a poco, experimentando, a pesar de mi obstinada torpeza en el elemento líquido, un placer cercano a la anestesia; es doloroso y estimulante sentirse leve y pesado a la vez, mientras la boca se inunda de agua salada y los ojos perciben las sombras de la sima, desorientados, sin saber si se habrá de ascender o terminar por caer en el turbio agujero negro...
Plegándome sobre mí mismo, haciendo una reverencia al relato mil veces experimentado, sonrisa aderezada de finas y sabias arrugas...Ese miedo arcano ha de disponer de contornos bien definidos, con la vida en cinemascope como telón de fondo, grandes títulos para grandes instantes...
La misma entereza que ante los acontecimientos fatales, una espera ralentizada prolongadora de aquel estado de aturdimiento, hasta el desenlace que, como todas las cosas, habrá de tener un nombre, una cara, unos ojos inmensamente profundos...

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