lunes, 25 de mayo de 2009

La tentación
















Ron y Ekaterina


Es aconsejable detenerse a reflexionar sobre el concepto de "madurez" y la tergiversación que la sociedad hace de su definición. Cómo los "adultos" ahuyentan para sí mismos cualquier acto que los vinculen con la diversión o el juego, elementos arquetípicos del mundo juvenil, determinando su propia cárcel taxonómica, más que nada por exclusión. Se trata de un miedo inconsciente, atávico a la vez que socio-moral, fundamentado por la posibilidad de la pérdida del estatus de "seguridad" que la sociedad le exige, en aras de su indiferenciación, esto es, la pérdida de identidad singular frente al colectivo.
El perfil del modelo adulto ha fracasado (sólo hay que contemplar los nuevos y banales hábitos de ocio-consumo de la gente "adulta" así como la consecuente vulgarización de lo lúdico, para verificar la mala digestión de aquellos elementales conceptos) al ignorar deliberadamente cuáles son las células motrices de eso que llamamos felicidad, algo ciertamente más apegado a las primeras etapas de la vida que a las finales.
Todo individuo que se manifieste ajeno a los estrictos requisitos sociales se ve expuesto a una particular discriminación social bastante totalitaria, que no resulta ser otra cosa que el reflejo de lo que al resto del colectivo le gustaría ser y no se atreve. Lo moral, tradicionalmente vinculado con la religión (y su hija bastarda: la iglesia), cae entonces en manos de la sociedad laica que es incapaz de disfrutar de su libertad una vez superados (?) los vetustos principios decimonónicos de lo correcto. Nada más patético que la autocensura.

4 comentarios:

ninive drake dijo...

lo dicho... lo guapo que está Ron acompañado de carne joven... si lo extrapolamos a tí, como fiel seguidor de tu tío no sería tan factible... andarías acompañado de una Ekaterinita con pañales, y ahí la sociedad creo que te tacharía de algo... además de pirómano!

Antonio D. Resurrección dijo...

Con una tea en una mano y una cerveza en la otra, nunca he franqueado la barrera de la mayoría de edad, pero quizás por ahí andemos...Cuando digo "no" me siento culpable. Beso, Mia.

Julio dijo...

A mi que me discrimine la sociedad, que yo seguiré en busca de la felicidad.

Antonio D. Resurrección dijo...

Dí que sí, Julio. ¡Hay que dar ejemplo y desinhibir al personal!