Martin Amis". 1980
El inconformismo no necesariamente es una versión pesimista de la vida. Ser inconformista y auto-exigente son valores que se prestan a circunvalar la prosperidad del ámbito personal. Un talante vitalista, lejos del atolondramiento de la inseguridad, comporta la exigencia hacia todo lo que nos rodea, hasta saborearlo en su plenitud, objetivamente.
Vivir por y para las situaciones "comprometidas" forja el carácter determinante, seguro de sus certezas, las que carecen de débitos, ni ceden bajo la farsa de lo "políticamente correcto" si esto implica la sumisión a lo injusto. La flexibilidad nunca debe confundirse con el estado pusilánime... cuestión de dignidad, identidad singular. Nada más desagradable que sentirse manipulado por aquellos que se aprovechan de la "buena educación" de los demás. Parásitos sociales (se me ocurren algunos nombres) poco habituados a recibir resistencia, como niños malcriados. Menos mal que la impostura, en medio de tanta "cordialidad", siempre termina por salir a flote, como los cadáveres arrojados al mar.
jueves, 10 de septiembre de 2009
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