miércoles, 4 de mayo de 2011

Edificante


















Todos parecemos necesitar algún momento en el que se abran los cielos y la dirección de la luz determine una trayectoria diáfana. Todos necesitamos, antes de ser heridos, operar lo suficientemente cautos para no provocar la herida. Porque la condición humana resulta más vulnerable de lo que nos atrevemos a verificar. Nadar en una mar de resentimientos, aguas oscuras y turbulentas, nos conduce a la permanente tragedia de la letanía (la pena máxima), construcción de edificios decididamente abocados a la ruina, al efecto de la erosión de los agentes naturales, o a ser demolidos por nuestras propias manos.

lunes, 2 de mayo de 2011

Despojos
















Michelangelo Pistoletto. "Venus of the Rags". 1967


En el acto de acumular sucesos, experiencias se produce el mismo efecto que en el acopio de pertenencias. Las posesiones de objetos, llámense libros, discos, películas, cuadros, ropa... nos conducen, en cada movimiento, hacia una mecánica frecuentemente desprovista de esa necesaria prudencia reflexiva, más allá del contexto consumista, más acá del puro impulso vital, atávico, de pertenencia. Parece que por defecto de la espiral capitalista, enquistada en el inconsciente colectivo, el hecho de almacenar implica cierta idea de desarrollo, progreso, obviando que aquella acumulación lleva implicita la decadencia del deterioro que el mismo tiempo, la misma física se encargan de efectuar. La acumulación, entonces, como detritus de las vivencias atesoradas. Detritus que impide una verdadera valoración de la experiencia cotidiana. Cegados por la repetición y la saturación, las relaciones acaban siendo reducidas a un estéril cómputo de ocasiones y probabilidades perdiéndose el corazón, y algo más, en el camino.