
No nos atrevemos, porque se trata de comenzar de nuevo la misma
Histoire de, no nos atrevemos, no por falta de valor, entereza, descaro, no nos atrevemos porque disponemos de la sabiduría que da la experiencia en la propia carne...
No nos atrevemos, más allá del dolor personal, de las escasas expectativas de futuro, de la vía láctea entre dos elementos, no nos atrevemos y parecemos abocados a dejarnos llevar por la dulce letanía de la empatía...
No nos atrevemos porque la sensa-tez encubre al "dejarse llevar", no nos atrevemos al ser conscientes de nuestra extrema posición de privilegio (aunque frecuentemente sea así), no nos atrevemos pero acatamos el valor de lo extra-ordinario, no nos atrevemos a pesar de tener asumido que las oportunidades no deben dejarse perder, no nos atrevemos aunque no nos sea propio mantener la boca cerrada, no nos atrevemos aunque odiemos mirar hacia otro lado, no nos atrevemos porque queremos que sea verdadero, puro, sincero, a sabiendas de la inexistencia de estos casos...
No nos atrevemos, pero ya saben cómo somos, gustamos de sentir las cosas en la propia piel, aprovechar cada segundo de este torbellino vital, nunca más desperdiciarlo, nunca más claudicar en el "qué hubiera pasado si"...
No nos atrevemos y ahí vamos, con todas las consecuencias, asumiendo la inmensa responsabilidad que nos exigen los sueños; tranquilos, seguros, sin nada que perder o exigir.
El tiempo nos vuelve a confirmar que, a pesar de cometer errores, no nos equivocamos. Condecoración corazón púrpura.