martes, 22 de diciembre de 2009

Su






















A veces hastiado de practicar una deriva milimetrada, otras, gustoso de atravesar la fresca campiña de la indeterminación, donde frutas silvestres deparan expectativas nunca suficientemente ponderadas...
Pero ahora, contra todo pronóstico, el mecanismo de los ritos sistemáticos invierte su proceso, invierno bienal retrocediendo, derritiéndose ante la inefable sonrisa de Su-perpoderosa afrodita. Golden Slumbers, razonable recurrente ceguera, creciendo cualitativamente sobre el accidentado bagaje, pura dinamita en las manos, mina antipersonal enterrada en la orilla de la fe extraviada.
Sería conveniente aprender a desacelerar el tiempo. De tanto huir a un ritmo endiablado, de aquellos, tan terribles como gratuitos, acontecimientos: L'horreur d'un souvenir passé, existía la posibilidad de perder el presente, escrito con letras doradas ilusión, hervidero de re-vueltas, energía recuperada del ideario emocional revolucionario. La sombra alargada de la decepción cede bajo el impetuoso brío del paciente rouge LykkeLi tan cálido, tan próximo al objetivo que casi corrió el riesgo de pasar desapercibido, nitidez oscilante al compás de las mareas. Como una ola desde la profunda mirada apasionada de ojos eyeline, infinito sensual, llenos de expectativas. Big Deal. De viaje por el sol, en una nueva dimensión... Here Comes the Sun...

Quelle aventure, quelle aventure !

domingo, 13 de diciembre de 2009

A-similar


The Dead Weather. "Treat Me Like Your Mother". (Vídeo: Jonathan Glazer). 2009

Esos inquietantes reflejos, extrañas imágenes borrosas que rememoran una buena parte de la identidad, refutada. Sosias que alteran el orden natural, cotidiano de la personalidad, espectros que multiplican reflejos en una miríada de evocaciones nocturnas como disparos luminosos en el firmamento...
La unidad alterada y re-definida a partir de un proceso acumulador empático de vivencias sentimentales, lo mil veces desechado, olvidado, abandonado, configura la cartografía afectiva del individuo que, de esta manera, acaba sorprendido por su propia reverberación sobre múltiples identidades, una buena parte de su yo enajenado en personificaciones más o menos negadas sobre los fundamentos de la ruptura afectiva. La sorpresa cede al disgusto y al rechazo de nuestra propia sombra. De esta manera queda determinada la maldición: somos parte de lo que (des)amamos.

jueves, 10 de diciembre de 2009

El Túnel

















Es absurdo tener miedo cuando no hay miedo, se extravió en medio de la marejada, el ciclo de las mareas. Nadie aventurará tocar la propia sombra, tan oscura como la penumbra de la cueva, herencia obligada en fardos de escombros que se acumulan bajo los tobillos, descomposición en mil fragmentos del prístino andamiaje, roca pétrea fosilizada.
Pequeños fracasos domésticos, accidentes localizados en los intersticios de las esquinas de este hogar, evidenciando el vacío de la rutina, efecto amplificador que redobla la desnudez de unas paredes, reflejando esa consistencia de la nada. Testigos sordos de placenteros éxtasis sin epílogo.
Existe algo oscuro en cada una de ellas: ella, Elle, Él-Le. Un ciclo vital a todas luces extenuante. Estribillo: argumentación, discusión, recriminación, lamento, beso... Esas cuerdas que, en su pura identidad desaprensiva, se rompen hasta crear la realidad que queremos ver. No, los inconscientes no tienen conciencia de su desatino, o desvergüenza. Nos alejamos de los demás cuando la mirada es corta, caprichosa, egoísta, cínicamente irreflexiva. Aguas turbias, viciadas que osan cuestionar el omnímodo poder de una inteligencia sensata, condenada a transitar por carreteras secundarias. I chose.