martes, 26 de agosto de 2014

La memoria verde

La caja del diablo. Comunciación audiovisual. Asturies. 2014





















"Asturias, si yo pudiera, si yo supiera cantarte...
Asturias verde de montes y negra de minerales.
Yo soy un hombre del Sur, polvo, sol, fatiga y hambre,
hambre de pan y horizontes...
¡Hambre!

Bajo la piel resecada ríos sólidos de sangre
y el corazón asfixiado sin venas para aliviarte.
Los ojos ciegos, los ojos, ciegos de tanto mirarte
sin verte, Asturias del alma, hija de mi misma madre.

Dos veces, dos, has tenido ocasión para jugarte
la vida en una partida, y las dos te la jugaste.
¿Quién derribará ese árbol de Asturias, ya sin ramaje,
desnudo, seco, clavado con su raíz entrañable
que corre por toda España crispándonos de coraje?
Mirad, obreros del mundo su silueta recortarse
contra este cielo impasible vertical, inquebrantable,
firme sobre roca firme, herida viva de su carne.

Millones de puños gritan su cólera por los aires,
millones de corazones golpean contra sus cárceles.

Prepara tu salto último lívida muerte cobarde
prepara tu último salto que Asturias está aguardándote
sola en mitad de la Tierra, hija de mi misma madre."

Pedro Garfias. 1937

lunes, 25 de agosto de 2014

Ser lo que fuimos


















Sería aconsejable demostrar cómo se justifica científicamente que el envejecimiento, lo que eufemísticamente se llama "madurez", conlleva ineludiblemente un extra de sabiduría inalcanzable para el resto de las etapas de la vida. Como si, en estos casos, la experiencia no estuviera sometida a los rigurosos controles sobre el raciocinio, privándola del pertinente exhaustivo análisis en beneficio de lo que resulta un flagrante mito. Si el cuerpo se deteriora inexorablemente al compás cronológico es lógico concluir que la materia gris corre la misma suerte. Ahí están, en nuestros mayores, las numerosas patologías neurológicas y las sistemáticas campañas para estimular actividades y maneras cognitivas que, con frecuencia, cayeron hace tiempo en barrena.

La voluntaria des-memoria es una de las manifestaciones más destacadas de los que alguna vez fueron mentes despiertas, como si se adelantaran, en un haraquiri generacional, a las más que probables futuras severas mermas de la razón. Esto, para una notable parte de la sociedad que ha conseguido en mayor o menor medida sus metas clasistas, conlleva al ictus ideológico, a la respiración conservadora: el peligro está en todas partes (menos en lo malo conocido) y al desdibujamiento del propio itinerario, de la identidad forjada en décadas de convicciones tiradas por el suelo. Triste epílogo, peor balance.
Es más que evidente que gran parte de nuestra población envejece en aquél doble sentido, alcanzando unas cotas inimaginables de estancamiento reaccionario que imposibilita cualquier desarrollo y favorece la involución, el regreso (otra vez el miedo artrósico) a los modos y maneras de un pasado que no debería haber regresado jamás.

El día en que nuestros mayores vuelvan a ver con la oportuna claridad, ajena a estos gobernantes embaucadores y mentirosos, tendremos garantizado el futuro de nuestros jóvenes, desde arriba hasta abajo. El día en que nuestros mayores vuelvan a ver la luz y regresen a sus principios fundamentales, "volveremos a ser lo que fuimos, hombres de luz que a los hombres, almas de hombres les dimos".