lunes, 27 de abril de 2020

Reality Bleed

Roy Andersson. "Du levande". 2007

“… Lost in the land of the living room
Adrift in the world of interiors
Oh yeah, it's serious…”

"I morgon blir det en annan dag”

Nadie puede pervertir el orden de lo simbólico sin pagar un elevado precio. En la confusión de lo premeditadamente imaginado reside el desastre sicológico y social de la miseria cotidiana y apenas disimulada, frustración vital. Una falta de apego a los caminos customizados.
La realidad demanda a diario creatividad y singularidad. Pies en el suelo cabeza en el cielo. Sueña vivir, vive soñar. In dreams begin responsibilities.

martes, 21 de abril de 2020

Silepsis

Eric Rohmer. “La collectionneuse”. 1967

“… No walls, no ceiling, no windows…”

“… Regarder la lumière,
Regarder la lumière,
Un seul pied sur la terre,
Et l'autre au paradis…”

Describir no consiste en alabar o denigrar los hechos sino en presentar la realidad en forma de ideas, juicios de valor que siempre parten de una limitación objetiva o neutral.
Cuanto menos deseada se vuelve una idea, una cosa, más oportunidades de disfrute y fiabilidad presenta, como un efecto de feed-back subyugado de irrefrenable adicción.

lunes, 20 de abril de 2020

El verdadero mal

Claire Fontaine. “May our enemies not prosper”. 2016

La gran enfermedad de una sociedad es el relativismo, el entrecomillismo, la falsa equidistancia, el ninguneo, el negacionismo, el “este-no-es-el-momento”, la estulticia premeditada. En definitiva, una condición reaccionaria de quien hace gala de “moderno” y resulta ser más conservador, más tristemente efectivo que los sectores de la misma ultraderecha.
El eterno desdén, tan caro al outfit de populismos, de esa perniciosa inmovilidad que se mofa de la fuerza del colectivo y la voluntad e ilusión de la re-generación.

domingo, 19 de abril de 2020

Apodíctico

John Sayles. “Lone Star”. 1996

“… Tristeza não tem fim
Felicidade sim
A felicidade é como a pluma
Que o vento vai levando pelo ar
Voa tão leve
Mas tem a vida breve
Precisa que haja vento sem parar…”

La ficción no puede establecerse en parámetros vinculados a lo fingido, al reino de lo falso. No, al menos, siempre. La ficción actúa como una representación de ciertas realidades, en beneficio de su asimilación y de la crítica de sus posibles fisuras, intersticios. Precisamente lo ficticio ejerce un nivel simbólico, en el que sus elementos establecen alegorías sobre partículas extraídas de la realidad.

Una historia verdadera, una verdadera historia puesta en escena, adquiere verosimilitud en el ámbito de la representación si se saben manejar con destreza los recursos necesarios, aun a sabiendas de que la realidad es múltiple e inasible, o precisamente por ello.
Como aquellas obras artísticas que adaptaron y trascendieron el original en beneficio del discurso, detrás de un relato sencillo, cercano y emocionante (qué fácil la emoción espontánea y cuán complicado lo emocionante dilatado en el tiempo), existe un complejo entramado artefacto que hace uso de la inteligencia, el conocimiento y las pulsaciones sentimentales. La vida se siente rememorada y amplificada en contenidas y austeras imágenes de inefable calado emocional. Pequeños, cotidianos actos heroicos. Élan vital sin artificios ni fingidas instantáneas melodramáticas.

El pasado y el presente, vívida re-presentación de la provisionalidad humana, en el marco incomparable del no man’s land, lo fronterizo. Polvo y aridez del testimonio del tiempo y la sangre. Start from scratch. Eterna estrella.

miércoles, 15 de abril de 2020

Hopelessly devoted to you

Stefan Uher. "Panna zázracnica". 1967

“… Nowhere... was not here
Nowhere's not there
Nowhere is nowhere…”

La admiración siempre surge desde la limitación del deslumbramiento, a-doración de la sección áurea. Ceguera.
Los pájaros trinan más que nunca, con bastante credibilidad, la contingencia de la mañana.
Common sense, common people, mayoría parlamentaria, der bevölkerung.
I'm your fun, femme, famme, faim.

sábado, 11 de abril de 2020

La farsa

Françoise Truffaut. “La Sirène du Mississipi”. 1969

“… Who are you? Mm? Tell me
'Cause I wanna know
Who the fuck are you?..."

Lo espantoso, lo ominoso, lo terrorífico, no forman parte de algo extraordinario, inimaginable, el pánico a lo desconocido. El terror dispone de una cara cotidiana y familiar, tan próxima que podría estar representada por una amiga, un allegado, un vecino, una especie de sosias, una antigua amante. Lo pavoroso puede utilizar una máscara de belleza conciliadora, adyacente, subyugante, que todo lo disipa salvo su propia esencia.

“Salió del precipicio, salió del precipicio…” Caminando a paso lento, con los hombros agarrotados por el peso del recuerdo y la ignominia. No todo el mundo puede contarlo.
Salió indemne de la mejor de las formas, abrazando a su mayor enemigo, convirtiendo en amor, empatía y fidelidad las flores que surgieron del fango. La reversibilidad improbable de aquella historia, l’historie, en pálpitos de certidumbre y apego a las constantes vitales. Alegorías del siglo veinte.

miércoles, 8 de abril de 2020

Die Wellen

Claude Chabrol. “Les Biches”. 1968

"... And you've been so busy lately
that you haven't found the time
To open up your mind
And watch the world spinning gently out of time
Tell me I'm not dreaming but are we out of time?
(We're) out of time..."

Se podría hablar de elecciones, de prever teleológicamente en las opciones de búsqueda. De haber pensando siempre en el concepto de “otra”: otra posibilidad, otra opción, otra experiencia. En ese ir y venir a medio tiempo, take this waltz, que no es más que una extensión del movimiento pendular.
Tras un largo y proceloso proceso iniciático, que requiere de una clara voluntad de aprendizaje, de progresión, las conclusiones devienen claras y categóricas. Cualquiera podría haberse conformado con el conformismo y la negligencia, en la aceptación de un statu quo de un, más que probable, amplio consenso social: la sensatez, senza-coscienza. Senza-te against colectivo. Your sense of community is going to kill you…

Al albur de algún comentario de procedencia insospechada (el asombro es conocimiento), no se ganan admiradoras navegando contracorriente ni auspiciando empresas de indiscutible y genuina coherencia, ética. No, al menos, en este decadente y previsible Zeitgeist. El "engagement" de los setenta. The loneliness of the long distance runner.
Visto desde otra perspectiva, produce escalofríos escuchar esas reflexiones en boca de otra, persona. Rien à personne. Como un reflejo rebotado especular de tu misma identidad. En cualquier caso, surge y declina desde la excepcionalidad o, incluso, la coyunturalidad.

Los escalones que se bajan (a modo de esos dibujos de Escher), el precio que presuntamente se ha de asumir, pueden y deben interpretarse como un ascenso.
No existe nada ominoso en la coherencia y la claridad de propósitos. No se trata de encontrar privilegios o trofeos dado que no se trata de ningún juego. El juego vital desprovisto de la parte lúdica, porque la diversión no solventa todos los problemas. La evasión los agrava.
Debe ser la recompensa de cumplir (dolorosamente, a veces) con un proyecto vital, el propio, ajeno a los estándares de producción en cadena, de cadenas.
En la práctica ausencia del “no”, deslegitimamos la verdadera esencia del “sí”, la convicción de que una determinación es genuinamente buena y plausible, la fuerza inquebrantable de lo posible, desde una perspectiva ausente de improvisación o ponzoñosa inercia. De la misma manera que el sonido acompaña y complementa al silencio, la soledad a la cercanía y la felicidad a los momentos fatales.

Cuántas veces pudimos decir "no" y se transformaron en un "quizás" unívocamente devastador. La naturaleza del amor sólo debe atender a las razones de la convicción en igualdad de condiciones. Aunque se oculte, aunque se tergiverse, todo cobrará sentido bajo el prisma de la credulidad, la coherencia y la decisión. El peor enemigo universal es la levedad.

Y en el silencio de lo que no se ordena divulgar, miles, millones de alternativas y de deseos mueren ahogados, mucho antes de que siquiera sean imaginados, diluidos en un manto blanco de inconsistencia.

domingo, 5 de abril de 2020

Ararat, cabellos dorados

Marco Ferreri. “Liza”. 1972

“… Der neuen insel
Dem alleinigen strand...
Ich warte…”

Desde las alturas se observa el discurrir de las gentes, aunque apenas tengan presencia. El tránsito de la vida, sus humores y efectos, aunque no se perciba absolutamente nada. Pero es en esa ausencia, inmovilidad, esa quietud, en ese still frame, donde todo el torbellino de predictibles actos, toma presencia y sentido.

En la elevación, la mirada se torna condescendiente, repleta de hastío, al verificar cómo una y otra vez, esos diminutos secundarios, cometen los mismos errores e imprudencias, empequeñeciendo sus almas, estrechando su porvenir, adaptando su destino a una serie de actos mecánicos carentes de sentido y decisión.

Las profecías de fácil augurio, el testimonio de canciones demasiadas veces cantadas en voz alta. Lejos, muy lejos, hasta donde la fuerza de la sensatez nos puedan llevar. El monte, la torre, la cueva, el refugio, la isla, el hábitat del superviviente. Sólo el equilibrio sobrevive por encima de la inercia. Auto-abastecimiento, readymade, talento. Sólo lo que pueda traer el mar, coyunturalmente, puede ser visto como un enriquecimiento, siempre complementario, del guión personal. El brillo áureo de los rayos luminosos sobre el agua salada, reflejo de un espejismo femenino, cabellos dorados, o de una posibilidad de argumento, el famoso relato vital.