Philippe Garrel. "La jalousie". 2013
«Robert Walser amaba la vanidad, el fuego del verano y los botines femeninos, las casas iluminadas por el sol y las banderas ondeantes al viento. Pero la vanidad que él amaba nada tenía que ver con la ambición del éxito personal, sino con ese tipo de vanidad que es una tierna exhibición de lo mínimo y de lo fugaz.». Enrique Vila-Matas.
Cuando uno se olvida de sí mismo, de las contingencias y presiones que el orden social pretende imponer y adquiere esa trascendencia tan necesaria para despejar lo accesorio, retener lo verdaderamente valioso, lo verdaderamente hermoso. Como unas manos vacías por las que corre el aire, un libro en blanco sin mácula, una escultura hueca, contenedor desprovisto, un filme velado, fade to white, una composición sonora con un eterno silencio prolongado. Hasta la negación del propio procedimiento da pábulo a un oxigeno liberador de inexplicable relevancia. La tremenda vitalidad del sordo aullido de la libertad de la vida real. Sonrío.
2 comentarios:
Bello!
La belleza indómita de la renuncia, del “no”.
Bartleby y compañía.
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