Michel Haneke. "Amour". 2012 |
Contemplamos con excesiva condescendencia lo vetusto, ajado o decrépito: debilidad y muerte siempre ajenas, como si el pasado o la decadencia no estuvieran estrechamente ligados a cada segundo concluso de nuestras propias vidas. La soberbia ignorante de quien se niega a reconocerse como mortal.
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