Agnès Varda |
«La Historia son las mentiras de los vencedores, pero también las mentiras con que se engañan a sí mismos los vencidos». Julian Barnes.
Espíritu de extrañeza. “I’m stranger here” de no correspondencia del que en ningún tramo de la vida se ha re-negado. El estar ajeno al mainstream ideológico (si todavía podemos convenir que las ideas forman parte de este idioteque-mundo-actual), de impostura colectiva, falsa asunción de lo socialmente correcto. Más allá de supercherías adolescentes y traumas sicológicos sobrevenidos.
Sentirse más extraño aún dentro de la cotidianidad doméstica, como si la rutina diaria reafirmara y delimitara, con suma precisión, el perfil de cotas alcanzadas. Un skyline repleto de heroicas conquistas y clamorosos fracasos.
La desorientación de la personificación de un intelecto “perdido”, abandonado entre un marasmo de previsibilidad vulgar (ética y estética): el monto del montón, mientras silba con orgullo una canción fuera de onda, desprovista del engatusamiento de lo "novedoso" pero dotada de un estribillo incuestionable, elocuente, enceguecedor. Se tiene o no se tiene.
La consciencia de percibirse ajeno a lo externo e inquebrantable en lo interno. Cuanto más aprendes, menos temes. La ultrafamiliaridad que te hace singular.