miércoles, 8 de abril de 2020

Die Wellen

Claude Chabrol. “Les Biches”. 1968

"... And you've been so busy lately
that you haven't found the time
To open up your mind
And watch the world spinning gently out of time
Tell me I'm not dreaming but are we out of time?
(We're) out of time..."

Se podría hablar de elecciones, de prever teleológicamente en las opciones de búsqueda. De haber pensando siempre en el concepto de “otra”: otra posibilidad, otra opción, otra experiencia. En ese ir y venir a medio tiempo, take this waltz, que no es más que una extensión del movimiento pendular.
Tras un largo y proceloso proceso iniciático, que requiere de una clara voluntad de aprendizaje, de progresión, las conclusiones devienen claras y categóricas. Cualquiera podría haberse conformado con el conformismo y la negligencia, en la aceptación de un statu quo de un, más que probable, amplio consenso social: la sensatez, senza-coscienza. Senza-te against colectivo. Your sense of community is going to kill you…

Al albur de algún comentario de procedencia insospechada (el asombro es conocimiento), no se ganan admiradoras navegando contracorriente ni auspiciando empresas de indiscutible y genuina coherencia, ética. No, al menos, en este decadente y previsible Zeitgeist. El "engagement" de los setenta. The loneliness of the long distance runner.
Visto desde otra perspectiva, produce escalofríos escuchar esas reflexiones en boca de otra, persona. Rien à personne. Como un reflejo rebotado especular de tu misma identidad. En cualquier caso, surge y declina desde la excepcionalidad o, incluso, la coyunturalidad.

Los escalones que se bajan (a modo de esos dibujos de Escher), el precio que presuntamente se ha de asumir, pueden y deben interpretarse como un ascenso.
No existe nada ominoso en la coherencia y la claridad de propósitos. No se trata de encontrar privilegios o trofeos dado que no se trata de ningún juego. El juego vital desprovisto de la parte lúdica, porque la diversión no solventa todos los problemas. La evasión los agrava.
Debe ser la recompensa de cumplir (dolorosamente, a veces) con un proyecto vital, el propio, ajeno a los estándares de producción en cadena, de cadenas.
En la práctica ausencia del “no”, deslegitimamos la verdadera esencia del “sí”, la convicción de que una determinación es genuinamente buena y plausible, la fuerza inquebrantable de lo posible, desde una perspectiva ausente de improvisación o ponzoñosa inercia. De la misma manera que el sonido acompaña y complementa al silencio, la soledad a la cercanía y la felicidad a los momentos fatales.

Cuántas veces pudimos decir "no" y se transformaron en un "quizás" unívocamente devastador. La naturaleza del amor sólo debe atender a las razones de la convicción en igualdad de condiciones. Aunque se oculte, aunque se tergiverse, todo cobrará sentido bajo el prisma de la credulidad, la coherencia y la decisión. El peor enemigo universal es la levedad.

Y en el silencio de lo que no se ordena divulgar, miles, millones de alternativas y de deseos mueren ahogados, mucho antes de que siquiera sean imaginados, diluidos en un manto blanco de inconsistencia.

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