La gran enfermedad de una sociedad es el relativismo, el entrecomillismo, la falsa equidistancia, el ninguneo, el negacionismo, el “este-no-es-el-momento”, la estulticia premeditada. En definitiva, una condición reaccionaria de quien hace gala de “moderno” y resulta ser más conservador, más tristemente efectivo que los sectores de la misma ultraderecha.
El eterno desdén, tan caro al outfit de populismos, de esa perniciosa inmovilidad que se mofa de la fuerza del colectivo y la voluntad e ilusión de la re-generación.
lunes, 20 de abril de 2020
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