martes, 10 de febrero de 2009

De Mitte a Kreuzberg





















Yves Klein. "Le saut dans le vide". 1960


Existen instantes inolvidables, por más que la memoria tenga esa capacidad para jugar anamórficamente con la realidad. Y es propedéutico que no se ignoren tales evocaciones. Hubo un momento de inflexión en el que las cosas no volvieron a ser nunca como fueron. La Hamburger Bahnhof resultó ser el espacio para la ceremonia litúrgica de la transformación. Se trataba de ese cruce de cables de alta tensión por el que muchos darían su vida...una penetrante mirada carioca, a la contra del estereotipo, y la consecuente inhabilitación del sentido o el proceder, parálisis heredada de "la buena educación", el temblor del absurdo fracaso, como si las derrotas fueran publicadas para escarnio de la víctima...
Aquellos paseos por el antiguo museo del transporte, entre atracción y reacción, catalizaron toda una cadena de reflexiones que aún perduran en el recuerdo. Porque no existe drama sin desenlace, ni ocasión adversa que no pueda ser reconvertida en verdadera fuente de progresión. Y así fue, geométrica.

Crecimos, conservando el estigma de la posibilidad perdida definitivamente, la herida abierta que nos alerta en cada ocasión sobre las contraindicaciones del condicional compuesto...
De esta manera, porque la vida es generosa para con los que mantienen los ojos bien abiertos, mantuvimos la mirada seductora, limpia, persistente, demandante durante eternos (y dulces) minutos, a través del cristal del República, complicidad recíproca que no se volvió a perder como en aquellas extensas salas de la Bahnhof. Le glacé se rompió, provocando un salto tan hermoso a la vez que eficaz, porque ahora la promesa de la posibilidad es aceptada, de buen agrado, por la autoestima (orgullosa y segura) antes que el aturdimiento ante la vida. Cantar con voz propia y pasos seguros, hacia Kreuzberg si es necesario. Razón áurea.

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