
Quizás mi obstinada animadversión al carnaval se sintetice en la incómoda idea del efecto del picor asociada al disfraz, la máscara. Malestar que sublima la obligación anual y puntual de desdoblamiento para solaz del alma alienada, trascendiendo las directrices de doña Cuaresma. Un tratamiento a todas luces erróneo e insuficiente, ejemplificado por la permanente sensación de ridículo des-ubicado, descontextualizado.
1 comentario:
DOGVILLE que maravilla!
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