miércoles, 21 de julio de 2010

La barbarie disfrazada

Rubén Grilo. "Snake and Mouth". Maribel Gallery. Berlín. 2010 Resultan ciertamente insoportables la incultura, la brutalidad, el analfabetismo, la falta de formación, la chapucería o la, tan en boga, coyunturalidad ausente de ideas. El contraste resulta mayor en contextos presuntamente ajenos, en su origen, a semejantes deficiencias, caso del ámbito artístico. Estaríamos hablando de esos falsos defensores de la cultura que aportan vacío y oportunismo por el simple hecho de practicar actividades "artísticas". Como si únicamente el ejercicio mecánico manufacturador fuera suficiente. Parece que nos saltamos por encima un siglo de avances teóricos-estéticos que pusieron al arte en su sitio. Pero para eso hay que "formarse" y "leer", aunque no existe mayor ignorante que aquel que no quiere rendirse ante la evidencia histórica, ávida-dollars mediante. Da la sensación de que estar en el medio cultural (y el entramado de "contactos" que conlleva) implica, per se, producir "cultura" (en vez de productos-simulacro), cuando, en un noventa por ciento, los criterios mercantiles, amiguistas, ventajistas acaban por exterminar cualquier pretensión estética (de haberla), cualquier atisbo de serio planteamiento enriquecedor (de haberlo). Tampoco parece ponerse demasiada resistencia a tamaña infamia. Asistimos a una deriva cínica donde la atención subyugante a lo que se demanda, solicita, deteriora un discurso estético (en el mejor de los casos) bastante perjudicado. Ética y estética abocados a trayectorias divergentes, el extrañamiento de un medio, otrora algo más noble (el servilismo al clero se queda en pañales), contaminado por el modelo capitalista de intercambio más zafio, excesivamente bien asimilado por los aspirantes, casi sin re-conocerlo. Arte (di)simulado. * Por cierto, Rubén Grilo, mola.

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