La caja del diablo. Comunicación Audiovisual. 2017 |
Parece que matando al músico, al artista maduro que ha conseguido superar (la dignidad no es baladí) el océano de la emergencia, tendremos el camino más despejado. Quizás nuestros deseos de trascendencia se cumplan, consigamos camuflar la envidia como una coartada generacional, el David henchido de frustración y resentimiento. No siempre resulta fácil aceptar lo que somos y lo que no podremos ser. Vuelve la canción rabieta.
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