domingo, 9 de septiembre de 2018

Long distance runner



















Jason lleva décadas intentando encontrar el remedio que alivie su maladie.
El tratamiento, a fuerza de repetirse, aparenta haber perdido efectividad (¿o he de decir, efectismo?). En cualquier caso, quién puede sustraerse a esa voz quebradiza, capitidisminuida, rumiante en sus fijaciones, ensimismada en sus espectros.
La clave de esta receta magistral reside en la capacidad empática, humanizada, verosímil que exhala porque, en la sombra alargada que proyecta este singular astronauta existencial, podemos encontrarnos cualquiera de nosotros. Come on darling, let's dance.

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