La caja del diablo. Comunicación audiovisual. 2013 |
A qué debe sonar una melodía alegre que no desentone con el clima general de reflexión, que quede a la altura del discurrir, de la trayectoria estética, que sepa vislumbrar y definir, con igual nitidez, las etapas más generosas del curso fluvial con aquellas estrechas y cenagosas. Como el que estrena zapatos nuevos y tiene que adaptarse a las actuales circunstancias del firme, un camino apenas esbozado y con vocación de extenso: no podría ser de otra manera, dado el andamiaje intelectual y existencial de la criatura.
Canciones que nos remiten a un pasado glorioso y nos tele-transportan, a la vez, a un futuro brillante en expectativas, composiciones como perforaciones luminosas en la noche cerrada, el aliento de promesas transformadas en secuencias de acordes pegadizos y resultones.
La perfecta construcción pop dotada de la conveniente estructura conceptual que hace saltar la chispa del intelecto en armónica consonancia con las pulsiones del corazón: obra maestra. Una idílica combinación fundamentada en la química empática. El permanente silbido pizpireto como hilo musical vital.
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