miércoles, 19 de noviembre de 2008

La ciencia del sueño






















Es curioso constatar cómo la saturación de información, en donde lo fílmico se muestra paradigmático, puede llegar a alterar la percepción de lo real, lugar común no suficientemente asimilado. Un síndrome contemporáneo que podríamos calificar como "quijotesco" en su interpretación menos heroica y más patética. En este mundo alterado en permanente actividad paranoide (más Sitges que Cannes), la persona tiende a confundir sus angustias con la vivencia de lo real, de tal manera que llega a violentar el orden natural de las cosas (constante paralelismo entre ambos ámbitos) hasta convertir, converger sus miedos en la propia manifestación de lo real. El mundo paralelo otrora irreductible se transmuta en una suerte de bestia demencial.
Ahora se cumplen todas las"predicciones", ahora la realidad es lo soñado antes en forma de pesadilla distorsionada. Así, el alma de la persona debería descansar en paz al verlo uno indisoluble, gozosa de colmar sus más oscuras expectativas: aquel mundo paralelo es ya suyo por méritos propios, un punto impropio que se ha alcanzado converger. En estos casos ha de deseárseles (por pura indulgencia) no regresar a la tierra nunca y que el cielo guarde a esos pobres infortunados, porque las alturas están hechas para los fuertes de espíritu. Ya debemos saber que es peligroso volar sin convicciones reales. Se tienen o no se tienen.

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